Walimai

Walimai comienza revelándole su verdadero nombre a una mujer que considera su hija. También le habla acerca del gran valor que conllevan los nombres de las personas y seres vivos, y de cómo muchas personas parecen pasar por alto tal cosa. En sus propias palabras, cuando nombramos a alguien tocamos su corazón y entramos en su fuerza vital, una manera bastante bonita y romántica de describir la sensación cuando alguien te nombra.

Walimai le cuenta a esta niña sobre las tradiciones que le fueron enseñadas y de cómo las siguientes generaciones y los extranjeros no respetan tales cosas. De cómo la venida del nuevo hombre forzaba a las tribus a internarse cada vez más y más dentro de las profundidades del bosque.

También relata el cómo su padre, de los Hijos de la Luna, tuvo que viajar muy lejos de su tribu para conocer a su madre, de la tribu de los Ila, debido a una escasez de hembras en su pueblo. Por último le cuenta acerca de la vez que unos soldados lo capturaron mientras seguía los rastros de un puma.

Walimai dice que prefiere no hablar del tiempo que pasó en cautiverio trabajando en el campamento de caucho, pero sí menciona algunas cosas de aquel episodio. Menciona que los demás prisioneros pertenecían a distintas tribus, que los vestían con pantalones y no tomaban en cuenta sus deseos, que los alimentaban de maíz, plátano y comida enlatada que él rechazaba, pues nada bueno podía salir de una lata.

Finalmente, relata que los soldados tenían una choza donde mantenían a las mujeres prisioneras para satisfacer a los hombres del campamento. Walimai era el último en la fila que se hacía para la choza de las mujeres, y al entrar se topó con una mujer que se encontraba encadenada y en muy mal estado. Alcanza a reconocer que ella pertenece a la tribu de los Ila, e intenta consolarla pero ella ya está demasiado mal físicamente, así que acaba pacíficamente con su vida, yendo en contra de sus propias tradiciones por ella.

El alma de la muchacha se aferra al cuerpo de Walimai, y él escapa del campamento de caucho con ella. Walimai la lleva selva adentro, donde nadie pueda encontrar su alma y comienza su ayuno de diez días para que ella pueda desprenderse de él. Ambos se aman y no quieren separarse el uno del otro, pero como dice el Hijo de la Luna, el hombre no es dueño de la vida, ni siquiera de la propia.

Walimai sufrió mucho los diez días de ayuna, pero no por el hambre, sino por la partida de su amada. Tuvo que reunir todo su coraje para no llamarla por su nombre y así llevarla por siempre con él. A los doce días él soñó con ella, por lo que supo que se había ido para siempre.

Walimai fue uno de mis favoritos debido al bello y abstracto tema que se presenta con el alma de la Ila. Es algo literalmente imposible, pero que al mismo tiempo se siente tan real dentro del cuento. Incluso me confundí al leerlo por primera vez, sin lograr entender realmente que el alma era lo mismo que la persona para Walimai. También se muestra la maldad del hombre, pero principalmente del hombre colonizador. El poco interés y la destrucción de las creencias de otro para imponer las propias, eso fue la colonización, y así se siente desde el punto de vista de Walimai, quien ya está acostumbrado a tener que echar a correr con su pueblo cada vez que llega el forastero, el hombre moderno.

Walimai tiene tanta escena poética y representable de distintas maneras, que se me hace difícil decir de qué se trata exactamente. Siento que intenta mostrar la realidad que nosotros no podemos ver, simultáneamente la cruda realidad del abuso del hombre contra el semejante que no considera semejante, y la de las tradiciones indígenas que tachamos de fantásticas. Creo que trata de la realidad que uno ve, y no de la que le impongan.

Comentarios